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LIFFY 2022. “Creer y crear”: Entrevista con Claudia Fischer, directora de Wërapara: chicas trans (en español)

Entiendo que por su trabajo previo en las artes, usted ya tenía conexiones con algunas de las mujeres de la película. ¿Cómo llegaron usted y ellas a querer colaborar en este proyecto, especialmente dado su carácter muy personal?

Sí, por previas investigaciones ya había conocido a unas miembras de esta comunidad indígena trans. Me invitaron a Londrés para que siguiera su trabajo, y ahí conocí a dos de las chicas trans del documental. Después de haber grabado un poco con ellas en Londrés, y luego haber grabado en su casa en Karmata Rúa en la reserva indígena, me quedé pensando “no quiero solo visualizar su mundo, quiero saber cómo es el proceso interno de ser una transindígena.” Pregunté a ellas, “¿Continuamos con este proceso?” y me dijeron “Sí, te contamos, te contamos.” No fue tan difícil, fue poco a poco. 

¿Qué captura la forma del documental (o el cine en general) que no puede capturar otras formas de expresión artística?

Lo que captura el documental que no captura la pintura o la escultura es que tienes la voz — la voz es un elemento muy importante. Y lo segundo que no captura las artes clásicas es el movimiento. Entonces la voz, el movimiento y ese pequeño tiempo que tú estás detrás se prolonga, porque tu lo capturas y después lo repites y lo repites muchísimas veces. ¿Qué tiene el documental que yo hago? Es un documental que tiene que ser muy real. Esperar a que están haciendo y dejarlos estar en su momento y los captures — eso es cómo trabajo yo. 

¿Cómo integró usted tantos ejemplos de otras formas artísticas en esta historia? 

Cuando ya llegamos al momento de posproducción, yo tenía cuatro cámaras distintas. Nos tocaba hacer una elección de color, por ejemplo. Dije que a mí me gustaría que el color del documental tuviera los colores de Gauguin, entonces hay como una referencia al color sobre la paleta de color de Gauguin. Para otras cosas, no yo dejaba que se juntaran. Esta se junta con esta, y se va armando. Ellas tienen un collar que llevan en el cuello, y se llevó que este documental es como ese collar, porque cada uno de los que estamos ahí fuimos poniendo una pieza para que se armara este gran collar. Este collar se llama la okama. Si cada una de las personas ponemos un poquito, podemos hacer un gran tejido para lograr esto. Después se unen varias personas en el momento de posproducción para ayudar que son importantes y apoyan el proceso final. 

[Queríamos]incluir a personas que están dentro de una minoría, dentro de una minoría, porque ser indígena en Colombia es una minoría, pero ser trans es una minoría dentro de la minoría. 

¿Hasta ahora, cómo ha sido el recibimiento popular de la película?

Hay muchos recibimientos. Primero, cuando yo lo terminé quise que lo viera la propia comunidad para ver qué pensaban y si estaban de acuerdo con lo que yo había puesto, o si no estaban de acuerdo — puede pasar que yo como persona de afuera de la comunidad los esté mirando de una manera que no les gusten. Las seis chicas que trabajan están felices porque había cogido la esencia de lo que ellas eran.  Para la comunidad en Bogotá, se mostró solo una vez en una pantalla en la calle. Tuvo muy buena reacción. Yo pensaba que el público podría ser 80 personas, pero tuvimos 280. ¡Fue superbien! 

Al nivel de festivales, el documental no alcanza entrar en un festival grande, pero va muy bien con festivales pequeños, y en este momento vamos en quince festivales, incluido el de Yale. Estamos muy contentos porque es un mensaje de poder incluir a personas que están dentro de una minoría, dentro de una minoría, porque ser indígena en Colombia es una minoría, pero ser trans es una minoría dentro de la minoría. Eso es en lo que estamos trabajando para que estas personas puedan salir a la luz y que puedan caminar tranquilas. 

Ya que usted ha terminado su colaboración con estas mujeres (al menos por ahora), ¿qué desea usted para ellas?

Lo que quiero para ellas y su comunidad es pequeño; es recoger un poquito de dinero, comprar un pedazo de terreno, una pequeña tierra para construir una casa indígena, una casa donde pueden tener ceremonias religiosas y donde pueden hacer sus artesanías. Sería bueno que tuvieran esta casa para que su economía sea lo más duro, para que ellas puedan tener una vida más estable, menos frágil. 

¿Qué expectativa o esperanza tiene usted con su participación en LIFFY?

Quiero que ellas sientan que también pertenecen a este mundo, que no solamente pertenecen a una comunidad. El problema de ser trans es un problema universal. Quiero que esto las afirme como seres humanos con una identidad libre. 

Por Charlie Mayock-Bradley, Student Program Assistant, charlie.mayock-bradley@yale.edu